Por: Jesús Antonio Navarro
En la burguesía predomina el principio negador de toda verdad que sea contraria a sus intereses. Busca en el presente, el renacer de la culpabilidad en la patria bolivariana, pero no tendrá nunca el guáramo de decir que su adversario ideológico es precisamente el exterminador de sus vicios, entre los que se encuentra el ocio criminal que mueve al fascismo. Trata por todos los medios ocultar toda verdad, más, si ésta lleva consigo las evidencias que sacan a relucir la conducta criminal que esconden tras su maquillaje de demócratas que en su ejecutoria “política”, va dejando una estela de muerte e impunidad.
Invisibilizar al pueblo tuvo sus efectos antes del conocimiento público del gigante Chávez, ya no, la burguesía olvida que el pueblo venezolano irrumpió conscientemente, y se empina a ponerle fin a toda dominación que niegue sus derechos, o mejor dicho impondrá la equidad, para que prevalezca la justicia.
El ocio burgués acostumbra poner precio a todo, errado está todo aquel que se atreve a aceptar esa codificación alfanumérico, y entrega su conciencia pudiendo así responder a favor de sus explotadores, negándose así mismo, y enalteciendo a quien lo oprime.
Para la burguesía, el derecho y las leyes que garanticen condiciones equitativas para todos, apenas son un papel insinuado, no les sirve de nada: Papel que suele romper a plena luz del día, en su ocio y odio manipulador para proyectar al mundo entero su acto fascista a través de las cámaras, en señal de que su plutocracia no rinde cuentas a nadie, desconociendo así el estado de derecho que desde el 15 de diciembre de 1999 venimos moldeando para bien de la mayoría del pueblo venezolano.
Los tiempos cambian, Venezuela ya no es la misma y quienes ayer ni siquiera tenían con qué comer hoy puede disfrutar del derecho a alimentarse, sumado a éste una asistencia integral en salud y educación dignificante, gratuitas y de calidad.
Estos avances no le interesan a la burguesía, niega todo, aunque sabe que ya hay una población mayoritaria consciente del logro obtenido en revolución. Logro que no desaparecerá aún con toda la manipulación mediática, ni por las manos del desquiciado que le ataca cada vez que los resultados electorales le son adversos.
Se olvida esta rancia y atrasada clase social que las reglas de las elecciones las impusieron ellos mismos y desde el seis de diciembre de 1998 un pueblo que se negó a votar por sus explotadores y asesinos de sus padres, hijos y hermanos; ahora les da lecciones de verdadera democracia, protagónica y participativa, poniendo en el umbral la soberanía venezolana.
Los resultados no mienten, demuestran que no existe duda de que el camino escogido por los venezolanos es el socialismo: un mensaje claro para el mundo que no dudó en reconocer, al electo presidente constitucional NICOLÁS MADURO, un hijo del pueblo, conductor de buses, a quien esta derecha reaccionaria y fascista desconoce e intenta derrocar, porque ya sabe que es la única manera de cortar los lazos entre pueblo organizado y gobierno, y la distribución equitativa de la renta petrolera a través de la continuidad de las misiones sociales como ejemplo serio y genuino de gobernanza nunca antes visto; relación que va más allá de la simple retórica, convirtiéndose en espíritu y cuerpo de un pueblo en revolución.
Para ello, ya este fascismo de nuevo cuño, arremete brutalmente, tratando de tapar con sangre y odio, los resultados que le son adversos, triste papel jugado por quienes consideran que la política es cuestión marketing fabricando falsos liderazgos basados en la mentira y el engaño.
El pueblo ya se pronunció dos veces en apenas seis meses, más sensibilidad imposible. Este pueblo ya tiene 14 años continuos exigiendo a esta clase social el respeto a sus decisiones aunque consciente de que el fascismo jamás lo respetará.
Pudiéramos esperar que haya reflexión y se acepten las reglas del juego democrático, nos referimos a los señores defensores del capital, para así vivir en paz y ver a nuestros hijos crecer sin las heridas de la guerra; pero fascismo y “capital” son la misma cosa, no tienen patria y sólo se alimentan de la sangre.
Fuente:http://www.aporrea.org/
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