lunes, 21 de marzo de 2011

Día Mundial de la Poesía 21 de marzo




«El mensaje de los poetas, a menudo testigos de excepción de las profundas transformaciones políticas y sociales de la historia, es imperecedero. Sus textos nos invitan a forjar una paz duradera en las conciencias, a replantearnos la relación del hombre con la naturaleza y a fundar un humanismo que se nutra de la singularidad y a la vez de la diversidad de los pueblos. Es una empresa difícil, que exige la participación de todos en escuelas, bibliotecas e instituciones culturales. Como dijo el poeta Tagore, de cuyo nacimiento celebramos este año el sesquicentenario, «mis días se me han ido afinando las cuerdas de mi arpa».».

Mensaje de la Sra. Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, con motivo del Día Mundial de la Poesía


La poesía tiene mil caras y emana siempre de lo más profundo de la cultura de los pueblos. Desde hace mucho tiempo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) viene respaldando el trabajo de los poetas, editores y profesores del mundo entero. Este año, nuevamente, con motivo del Día Mundial de la Poesía, la UNESCO desea recordar la importancia artística y el vigor de la poesía, a fin de promover la lectura y la creación en una de las expresiones artísticas más auténticas y dinámicas de la humanidad.

El mensaje de los poetas, a menudo testigos de excepción de las profundas transformaciones políticas y sociales de la historia, es imperecedero. Sus textos nos invitan a forjar una paz duradera en las conciencias, a replantearnos la relación del hombre con la naturaleza y a fundar un humanismo que se nutra de la singularidad y a la vez de la diversidad de los pueblos. Es una empresa difícil, que exige la participación de todos en escuelas, bibliotecas e instituciones culturales.

Como dijo el poeta Tagore, de cuyo nacimiento celebramos este año el sesquicentenario, «mis días se me han ido afinando las cuerdas de mi arpa».

También es importante comprender los profundos lazos que unen la poesía con todas las demás artes y técnicas de que se sirve el hombre para dar sentido al mundo. Decía Mallarmé que la poesía es «la expresión, por el lenguaje humano devuelto a su ritmo esencial, del sentido misterioso de los aspectos de la existencia». La poesía no sirve sólo para comunicar ideas o transmitir información, sino que, a costa de un laboreo incesante de la lengua, mantiene vivo el verbo humano y revela siempre el brillo original de la cultura. Por ello la UNESCO entiende que la defensa de la libertad de expresión y de información, por una parte, y la promoción de la poesía, por otra, son dos caras de una misma moneda, que no es otra que su mandato al servicio de la paz. La poesía, cuyo hálito acompaña el esfuerzo de creación y reflexión de hombres y mujeres, puede hacer dialogar la diversidad de expresiones humanas.

Mediante sus distintos programas, la UNESCO obra para fomentar la publicación, traducción y difusión de la poesía. Al igual que Jasón apeló a Orfeo para superar los obstáculos que no podían vencerse por la fuerza física o las armas de guerra, durante mucho tiempo aún seguiremos necesitando de la poesía para construir la paz en la mente de los hombres y las mujeres.

Irina Bokov

Fuente: UNESCO

Increíble Japón, increíbles gobernantes

Como al amigo seguro, a los pueblos se les conoce en la ocasión insegura. Pues bien, Japón viene asombrando al mundo por el ci­vismo y el autocontrol en una nueva situación de extrema severidad.

Aunque hay evidentes ra­zo­nes de carác­ter cultu­ral, también se ad­vierte en el pueblo la huella de Hiroshima y Nagashaki. Por eso llama la atención que un país expuesto como ningún otro país des­arrollado a los movimien­tos sísmicos, tenga 54 centra­les nuclea­res.

Aquí, en esta contradicción, hay gato encerrado. Por un lado hay en el nipón una culturización grabada en los genes que se manifiesta en tan dura prueba, pero, por otro, están los gobernantes que se rigen por las corruptelas capita­listas. El gato ence­rrado está en que una cosa son los pueblos y otra sus gobernantes.

A menudo se oye decir que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. Y esto es un tópico miserable. Los pueblos no quieren o no pueden estar en constante beligerancia contra quie­nes se han apoderado de distintos modos del poder. Por eso se amoldan y les dan un amplio margen de confianza. Al fin y al cabo los que organizan en cada país la demo­cracia capitalista son muy hábiles. Le hacen creer al pueblo que elige a quienes quiere y es él quien decide al ele­girles a ellos. Cuando en realidad los poderes fácticos, luego pre­sen­tes en los institucionales, hacen todo a su antojo con la colaboración de la in­mensa mayoría de los medios gráficos y audiovisuales que completan la prestidigitación. Y en este caso también con la complici­dad de los científicos y “expertos”. Y cuando digo go­bernantes no me re­fiero, natural­mente, sólo al ejecutivo sino a los tres poderes.

Por eso se producen graves disonancias y contradicciones entre la idiosincrasia de los pueblos y la catadura de quienes les go­biernan. A fin de cuentas en el capitalismo todos los go­bernantes están globali­zados, es decir, domesticados, y apenas se distinguen unos de otros.

Pero más aún extraña que el país cometa tamaña imprudencia si se tenemos en cuenta que Italia no tiene ninguna central nuclear y el consumo de electricidad no es distinto al de cual­quier otro país del sistema. Lo que significa que si bien los gobernan­tes están globali­za­dos, el sistema, para despistar, les da la libertad de enriquecerse de diferentes maneras.

Por otro lado esta disparidad, este contraste entre el civismo del pueblo nipón y la necedad de quienes le go­biernan permitiendo la instalación de las centrales nucleares, demuestra que tampoco es la ciencia, ni la ex­periencia, ni la inteligen­cia, ni siquiera el instinto lo que predomina en los pueblos del capital, sino la corrupción. Con el vil me­tal y fa­bulosas comisiones se com­pran y venden voluntades que pue­den malograr a todo un pue­blo. Porque al final, pese a que Japón combina cultura, tradición e inte­ligencia, sus dirigentes sucum­ben al principio capitalista de que todo el mundo tiene un pre­cio.

Y ese precio lo pa­gan los pueblos para tener carica­turas de gober­nante que hacen de ellos lo que quieren. Y en su vir­tud, las centrales nucleares, en Ja­pón y en todos los países capitalistas, y por supuesto España, son filones de ganancias para unos cuantos pese a producir a duras penas un 12 por ciento de electricidad que podría ahorrarse evitando el considerable despilfarro en pueblos y ciudades. A los gobernantes, técnicos y científicos les im­porta un higo los irrepara­bles e irreversibles efectos en el pueblo que puedan provenir de las centrales. Así ha pasado lo que ha pasado, y lo que está aún por pasar...

Jaime Richart en Kaos en la Red
Más información:
Antiglobalización
Ciencia y Tecnología
Ecología
Internacional